Fue en el puerto de Vigo, con un inmenso trasatlántico al fondo, la ría en un día luminoso, múltiples y singulares barcos. Por no mentar a la inmensa Mar Océana. En ese imponente marco natural, a sólo unos metros del muelle, se abren las puertas de un centro comercial. Y frente a la puerta de entrada/salida, me topo con una gran cerda rosada (sus scrofa, raza large white), a dos patas, en ropa interior. De material plástico. Un individuo de mediana edad posa risueño y orgulloso junto a la cerda mientras una señora, seguramente su pareja (del hombre), se disponía a hacerle una foto que inmortalizase tal encuentro.
Íbamos a tomar el barco a las Cíes, a pasar el día en una playa que dicen que salió señalada en algún sitio como la mejor del mundo. La playa de Rodas. Pero mientras el barco cruzaba la ría camino de Cangas y luego de las islas, mi mente seguía dándole vueltas a la imagen de la cerda y su pareja, el hombre sonriente. Y me preguntaba que cuál sería (del hombre) su responsabilidad (su profesión), a quién votaría, qué cosas (aparte de la cerda) le gustarían y cuáles aborrecería, cómo educaría a sus hijos... Al menos, parecía tener a alguien que compartía su viaje.
La brisa marina, el paseo por la playa, el hambre, me distrajeron de tales pensamientos al fin.
Pero me parece que voy entendiendo porqué me han aconsejado que debo de permitirme ser más frívolo.
Atopei o teu blog, por medio de Joselop gustoume moito, sobre a entrada direiche que é unha bonita paisaxe, preciosa fotografía.
ResponderEliminarMoitos bicos.
SAra
Moitas gracias. De un principiante de moitos anos a unha maestra de insultante xuventude.
ResponderEliminarHasta pronto. Unha forte aperta