Es tan verdad, aquello de que no juzguéis y no seréis juzgados. Pero también es cierto que hay que tomar decisiones diarias sobre las cosas. Recientemente tuve que tomar una, y doy gracias de que pude hacerlo libremente, no como tantos presionados por unos u otros. Aunque se trataba de una situación que se podría calificar de trampa saducea, o de instrumentalización de los trabajadores para uso y disfrute de las consabidas castas sindicales y políticas, yo tenía unas cuantas razones para decantarme por una de las dos opciones.
Sin embargo hubo un detalle que me llamó la atención. Uno de los abanderados de una de las opciones aparecía en una foto con una corbata durante sus vacaciones, mientras que cuando salía en la tele, iba a La Moncloa a ver al Presidente del Gobierno y que le fotografiaran o daba una rueda de prensa, salía siempre con una camisa monda y lironda, sin corbata. Y me vino a la cabeza el estribillo de la canción: "TEATRO... ESTO ES PURO TEATRO..."
Este fin de semana el sermón que le he encasquetado a mi hijo adolescente versó sobre la responsabilidad personal en el devenir del propio destino. (No con estas palabras y entremezclándolo con metafísicas futboleras para que no le dé un "pasmo" de lo que tiene que oír a su padre). Encontrar un trabajo, en términos generales (porque la suerte también es necesaria) dependerá fundamentalmente del nivel de competencia que pueda ofrecer el trabajador a través de su formación y esfuerzo, y no de echarle la culpa al maestro armero si no se consigue.
Al menos en sociedades abiertas o en las que sobreviva una "clase media". Porque esta noche hemos visto la película "El niño con el pijama de rayas" y la historia nos dice que también existen las liquidaciones masivas, las injusticias y arbitrariedades y las dictaduras.
No pongo la foto del personaje que me llamó la atención por si alguien aún no se imagina a quién me refiero y prefiere quedarse con la duda.
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