Francisco de Jasu y Xavier (nacido en el castillo de Xavier, en España, en 1506), correspondiendo a las esperanzas de sus padres, se graduó en la famosa universidad de París. El día de la Asunción de 1534, en la cripta de la iglesia de Montmartre, Francisco Javier, Ignacio de Loyola y otros cinco compañeros se consagraron a Dios haciendo voto de absoluta pobreza, y resolvieron ir a Tierra Santa para comenzar desde allí su obra misionera, poniéndose a la total dependencia del Papa. Ordenados sacerdotes en Venecia y abandonada la perspectiva de la Tierra Santa, emprendieron camino hacia Roma, en donde Francisco colaboró con Ignacio en la redacción de las Constituciones de la Compañía de Jesús. Sin embargo, fue a los 35 años de edad cuando comenzó su gran aventura misionera. Por invitación del rey de Portugal, fue escogido como misionero y delegado pontificio para las colonias portuguesas en las Indias Orientales. Goa fue el centro de su intensísima actividad misionera, que se irradió por un área tan vasta que hoy sería excepcional aun con los actuales medios de comunicación social: en diez años recorrió India, Malasia, las Molucas y las islas en estado todavía salvaje. “Si no encuentro una barca, iré nadando” decía Francisco, y luego comentaba: “Si en esas islas hubiera minas de oro, los cristianos se precipitarían allá. Pero no hay sino almas para salvar”. Después de cuatro años de actividad misionera en estas islas, separado del mundo civilizado, se embarcó en una rústica barca hacia el Japón, en donde, entre dificultades inmensas, formó el primer centro de cristianos. Su celo no conocía descansos: desde Japón ya miraba hacia China. Se embarcó nuevamente, llegó a Singapur y estuvo a 150 kilómetros de Cantón, el gran puerto chino. En la isla de Shangchuan, en espera de una embarcación que lo llevara a China, cayó gravemente enfermo. Murió a orillas del mar el 3 de diciembre de 1552, a los 46 años de edad. Fue canonizado el 12 de marzo de 1622 junto con Ignacio de Loyola, Felipe Neri,Teresa de Jesús y el santo de Madrid, Isidro. ¡Buen grupo formado por cuarteto español y solista italiano! Es patrono de las misiones en Oriente y comparte el patronato universal de las misiones católicas con Teresa de Lisieux. Recogido de: http://es.catholic.net/santoral/articulo.php?id=420
NOVENA DE LA GRACIA Por la señal, etc. Señor mío Jesucristo... ORACIÓN Amabilísimo y amantísimo Santo, adoro con Vos, humildemente, a la Divina Majestad y le doy gracias por los singulares dones de gracia que os concedió en vida y por la gloria de que ya gozáis. Suplicoos, con todo el afecto de mi alma, me consigáis por vuestra poderosa intercesión, la gracia importantísima de vivir y morir santamente. Os pido también me alcancéis... (aquí se hace la petición espiritual o temporal) Y si lo que pido, no conviene a mayor gloria de Dios, y bien de mi alma, quiero alcanzar lo que para eso fuere más conveniente. Amén. (Un Padrenuestro, Avemaría y Gloria). Oración que compuso y decía el Santo Eterno Dios, Creador, de todas los cosas, acordaos que Vos creásteis las almas de los infieles, haciéndolos a vuestra imagen y semejanza. Acordaos, Padre Celestial, de vuestro Hijo Jesucristo que, derramando tan liberalmente su sangre padeció por ellas. No permitáis que sea vuestro Hijo por más tiempo menospreciado de los infieles, antes aplacado con los ruegos y oraciones de vuestros escogidos los Santos y de la Iglesia, Esposa benditísima de vuestro mismo Hijo; acordaos de vuestra misericordia y, olvidando su idolatría e infidelidad, haced que ellos conozcan también al que enviásteis Jesucristo, Hijo vuestro, que es salud, vida y resurrección nuestra, por el cual somos libres y nos salvamos, a quien sea dada la gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén. ORACIÓN Oh, Dios, que quisiste agregar a tu Iglesia las naciones de los Indias por la predicación y por los milagros de San Francisco Javier. Concédenos que, pues veneramos la gloria de sus insignes merecimientos, imitemos también los ejemplos de sus heroicas virtudes: Por Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en los siglos de los siglos. Amén.
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