Me daba vergüenza significarme públicamente en devociones como Fátima. Parecía poco moderno, muy pueril, incluso algo risible para muchos.
Pero me da la impresión de que tarde o temprano la vida coloca a toda persona ante situaciones que no puede resolver por si mismo. Es entonces cuando algunos podemos reconocer la necesidad de Dios. El domingo pasado fui a Fátima para pedir a Dios ayuda.
Voy a dar algunas pinceladas de lo que vi.
Una plaza inmensa, con una gran basílica y otros dos grandes edificios al fondo y a un lado, que no sé qué son por la premura de tiempo con que hice la visita. Como contraste, a la derecha mirando desde la basílica, vi una construcción abierta, y dentro una "capelinha", donde dice un cartel que fue el lugar donde se apareció "Nuestra Señora". Capillita cerrada y mínima (calculo que no más de 15 metros cuadrados). El lugar más significativo, el más pequeño, el más humilde. Como los videntes, unos niñitos pequeños. Había mucha gente, quizá la mitad del aforo, miles de personas calculo. Pude llegar al inicio de la misa en la plaza que comenzó con una procesión en la que los celebrantes acompañaban la imagen de la Virgen. Me dio la impresión que bastante pequeñita. Muchos sacerdotes negros, quizá el futuro de la Iglesia. Cantando la canción: "el trece de mayo la Virgen María bajó de los Cielos a Cova de Iria". La cantaban mis mayores cuando niño. Efectivamente, detalles muy infantiles. Pero me pareció evidente que muchas de las personas que allí estaban, no estaban para bromas. Al final de la misa comenzaron a cantar a la Virgen mientras hacía el camino de vuelta a su "capelinha" y la invocaban como: "rainha (reina) de Portugal", mientras la plaza se llenaba de pañuelos blancos agitados por muchos de los que allí estaban. Aparentemente seguía el infantilismo, pero a mi me pareció emocionante y tuve en ese momento envidia de Portugal. Yo, que no conocía la costumbre, también agité mi pañuelo de papel. Portugal fue ¿es? un país relativamente pobre, pero no entró en guerra durante el siglo XX. Sé que hay que dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios, pero hoy en tantas ocasiones lo que sucede es que negamos la parte de Dios. Por eso, y ahora más que nunca, hay que pedirle a Dios que haga que la Iglesia sea sal de la tierra y luz del mundo.
Pero para mí una de las cosas que más me impresionaron y que pueden escandalizar al hombre moderno fueron dos carteles pequeños a la entrada en los que se reproducían dos diálogos de los pastorcitos con la Señora. El que más me sobrecogió fue aquel en el que Ella les pregunta si querían ofrecer sus sufrimientos por la conversión de los pecadores y ellos, sin dudarlo le respondieron afirmativamente, lo cual sucedió. La Virgen también dijo sí, sin dudas ni condiciones a lo que le proponía Dios, según narran los Evangelios. La Virgen también posiblemente era casi una niña. Estas son las dos condiciones fundamentales de la Buena Noticia que anunció Jesús (fiarse completamente del Padre Dios y convertirse del pecado). Los dos niños que murieron tan pequeños y con bastante dolor ya son beatos para la Iglesia. Jesús dijo algo así como que "si no os hacéis como niños no entraréis en el Reino de los Cielos". La segunda frase también dicha por la Virgen a los niños, pidiéndoles que rezasen por los pecadores: yo amo, yo creo, yo espero... frente a los que no aman, no creen, no esperan y para su conversión. Es decir, los que no esperan, los que no tienen esperanza en Dios... algo les falla. Son dos frases que me dejan al desnudo: ¡cómo me cuesta el "hágase tu voluntad" y esperar contra toda esperanza! Los santos piden por los otros, no por ellos mismos. Y aunque pedí por mi, sé que la Virgen me ayudó al día siguiente.
Por la tarde asistí al rezo del Rosario, otra de las características de la espiritualidad de Fátima. Algo tan aparentemente mecánico y repetitivo ¿puede ser místico? Puede sonar a escandaloso pero rezar comienzo a intuir que es de las cosas más efectivas que puede hacer el hombre, aunque no se suele hacer. Quizá porque es como uno de esos secretos iniciáticos que ahí están para quien los sepa reconocer, no siempre los "sabios de este mundo". La Virgen les pidió a los niños que rezasen el Rosario todos los días. En mi familia aún sobrevivió esa costumbre cuando íbamos a pasar las vacaciones a la casa de mi Abuela o Tío, allí al caer las tardes en la cocina de leña niños y mayores lo rezaban. No hace mucho alguien próximo me dijo que ya había rezado demasiados Rosarios en su vida. A mi me ha costado siempre mucho rezar. Rezar es "perder el tiempo" aparentemente, especialmente cuando uno cree que se las puede valer por si mismo en todo. También una persona próxima que lo había hecho desde niña durante decenas de años me dijo que le costaba. Me sigue costando, aunque lo hago un poco más, no por virtud, sino porque ahora no tengo soluciones propias para mis problemas. Pero quizá sea un comienzo. Intuyo el poder inmenso de rezar, especialmente si se hace por los demás. Por los pecadores les pedía la Señora. ¿Pero quién no lo es si se examina un poco despacio? Vuelta otra vez al mensaje más importante de Jesús: la conversión personal. La explicación estructuralista, marxista, etc. que explica todo por las estructuras es falsa, ahora lo tengo claro, el hombre no cambia ni él ni su sociedad sin el cambio de cada individuo. Rezar tampoco debe ser un ejercicio de complicadas reflexiones teológicas o existenciales, parece que "basta" con el Rosario. Parece que "basta" con reconocerse pequeño, sin soluciones propias, fiándonos ilimitadamente de la Providencia de Dios en nuestra vida. Y Jesús dijo: "pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá".
Además Jacinta y Francisco no tuvieron tiempo a "hacer" muchas "obras" y sin embargo su vida ha cambiado muchas otras. Me he dado cuenta que bastantes santos aparentemente "místicos" o apartados de los quehaceres del mundo han sido de las personas que más han influido en otros, incluso a través de la movilización de obras caritativas concretas.
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