martes, 14 de diciembre de 2010

Di que eres progre y haz lo que quieras (al menos en España). Si eres político además podrás decidir tu propio sueldo y pensión.

Por ejemplo, una ministra actual de España llamada Leire Pajín, ha dicho:

"La ministra nombra a quien le sale de los cojones". La misma persona venía de decir también: "El P.I.B. (producto interior bruto) es masculino". Por eso es tan malo, tan poco beneficiosa su evolución para la propaganda socialista, claro.

Primera consideración: no todos los españoles son así.

Está claro (menos para esta persona) que la ministra no puede nombrar a quien quiera sino al más preparado (hombre o mujer) para ese puesto. Pero hago notar otra cosa: la impostura de su llamada "ideología de género", porque cuando le sale la vena de su natural franqueza y expresividad, fruto del cabreo, exclama la expresión testicular machista por antonomasia. (Si esto lo dijera un hombre y fuese además del partido opositor sería abochornado y escarnecido por todos y con saña, y con razón). Se podría cualquiera preguntar cómo es que no se la destituyó ante el bochorno de escuchar lo del PIB (pero no solo se produjo su destitución sino que fue ascendida en cargo hasta el Ministerio de Sanidad) pero la respuesta no está en el viento (en este caso) sino en que el que la nombró tiene un nivel similar de competencia y además era una "ocurrencia" muy feminista.

Esta ministra tiene por todo curriculum profesional ser Licenciada en Sociología, y me imagino que en dicha carrera habrán tenido que estudiar alguna vez temas relativos al parentesco. Pues bien, en público y leyendo un papel, no improvisando, que nos puede pasar a todos, anunciando una modificación legislativa muy importante, dijo la palabra "cónyugue". Por la castellana "cónyuge" (¡señora, se pronuncia como se escribe!). Ella se expresa así, tiene más neologismos en su haber, pero este me parece revelador.

En lo que ha derivado la partitocracia a la que se ve obligado a votar el pueblo español es al triunfo de la voluntad de poder sobre la valía, y la propaganda y el etiquetaje falaz sobre las verdaderas propuestas de gobierno y la verdad. Hoy a muchos votantes, aún después de haber sido derribado el Muro de Berlín y contabilizado los millones de muertos del socialismo real, se les sigue convenciendo afirmando que lo que se defiende es progresista o de izquierdas, mientras que si alguien se opone, queda catalogado como "facha" y lo que opine queda automáticamente descalificado.

Pero frente a las palabras, los hechos:

Alguien concreto ha otorgado donativos de 400 € antes de las elecciones tanto a ricos como a pobres, ha congelado las prestaciones sociales a los pensionistas, disminuido el salario a los empleados públicos, decidido privatizar empresas públicas, ha abierto el debate sobre el aumento en la edad de jubilación, defendido las razones de estado en el tema de la represión de Marruecos en el Sahara y abandonado la defensa de los saharahuis, utilizado al ejército en un conflicto laboral, subido el impuesto del IVA a determinados productos de consumo. Y esto es solo el inicio, porque cuando dijeron que no habría más recortes faltó tiempo para que anunciaran otra remesa. Pero hete aquí que no fue ningún "facha" quien lo hizo. Fue el que dijo que su peor dato económico sería mejor que el mejor dato del partido "facha" saliente de gobierno (vamos por el 20% de paro frente a la mitad en el resto del mundo). Que las prestaciones sociales y el pleno empleo estaban garantizados. Y sigue ahí sin dimitir. El que llamó antipatriotas a quienes le decían que estábamos ante una crisis económica y ahora les critica porque no arriman el hombro para que se hagan corresponsables asumiendo sus medidas no consensuadas e impopulares dictadas a destiempo. El portavoz de su partido (y el que algunos dicen será su sucesor) dijo en una ocasión (claro, refiriéndose a los oponentes): "los españoles necesitamos un gobierno que no nos mienta".

El último argumento de una "progre" que yo he tenido que oír es el siguiente: que en realidad quien gobierna son otras personas, otros poderes, no el Gobierno de la nación (es decir, cuando van las cosas mal son otros los causantes; pero aunque sea poder virtual, si llega el momento electoral ya no importa que sean otros los que en realidad gobiernen y hay que ganar "como sea").

Sin embargo, teniendo distinta responsabilidad unos y otros (partidos y personas), hay un defecto que los une: no pueden pedir sacrificios a los demás si ellos no dan ejemplo. Cada una de las medidas que propongan al pueblo, ellos delante, como los buenos pastores, como los buenos generales. Y eso está por ver y por hacer.

La esperanza, por tanto, no parece que la podamos encontrar en la propia casta política. Sino en el desarrollo organizativo de la sociedad civil. Y en la regeneración a través de la vuelta a los valores que humanizan al hombre, incluidos los aportados por el cristianismo. Aportación sin imposición pero sin complejo. Sin esconderse en sociedades secretas (véase la Masonería).
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