domingo, 14 de diciembre de 2008

14 de Diciembre de 2008, inicio

A veces tengo la impresión de bicho raro y de que algunas de las cosas que me interesan no son muy habituales en mi entorno relativamente cercano. Con este blog pretendo intentar conocer si hay alguien más que tenga parecidas opiniones. Y quizá, parecidas ilusiones.

¿De qué quiero hablar aquí? ¿De qué hablamos entre nosotros? ¿De qué cosas hablan hoy los medios de comunicación? ¿Perdemos demasiado tiempo en banalidades? Está bien oír y contar cuentos de princesas y príncipes azules que quisiéramos ser; está bien oír y contar cuentos de ogros y brujas que quisiéramos matar, pero ¿se reduce la vida a eso?
¿Podemos también hablar de la vida real, de sus contrastes y contradicciones, de sus alegrías y penas, de su misterio? ¿Podemos poner la palabra al servicio de lo que nos hace más humanos y nos eleva más?
Me he encontrado un ejemplo de esto último en una impresionante carta del lector del periódico "La Razón" de 1.11.08. Cualquier comentario sobra:


"A Javier Fesser

No conozco a Alexia, ni a su familia, ni al Opus. Y puedo decir que tampoco conozco mucho a Dios. Soy madre una niña de 7 años muy malita de cáncer. Ni un solo día la he oído una queja, ni ha preguntado un porqué a su enfermedad. Cuando no aguanta más el dolor sus mejillas se llenan de lágrimas. Y nosotros nos desconsolamos. Sin duda ella es más valiente que nosotros.

Todas las mañanas me acerco a su cama y doy gracias por el tesoro de hija que hemos recibido. A su lado hemos comprendido como se puede ser feliz y sufrir a la vez. Somos felices porque su presencia entre nosotros llena nuestros días. Y a la vez sufrimos porque no podemos hacer nada para retenerla con nosotros y nos cuesta ver como se va apagando lentamente.

El día que se vaya de nuestros brazos se nos romperá el corazón y sin embargo a veces quisiera que se fuera ya para dejar de verla sufrir. ¿Quién puede resistir ver cómo se nos escapa sin poder hacer nada?

Javier, no sé si puedes comprender lo que te digo, o lo que sentirían los padres de Alexia. No se parece a tu película, ¿verdad? Quién sabe si algún día Dios pondrá un hijo moribundo entre tus brazos ¿Serás capaz de repetirle lo que dices en tus entrevistas? Quizá el mundo te cambiaría de color. Quizá es una cuestión de ponerse en el lugar del otro. Creo que tu película no sólo nos ha herido a nosotros, sino a todos los españoles, porque es un ataque frontal contra la Democracia, que sólo se puede construir sobre la tolerancia y respeto a las creencias de los demás. No dudo que seas un hombre con talento, pero me entristece ver que sea utilizado para hacer daño, en lugar de para construir esperanza. Te hubiera costado lo mismo y todos te hubiéramos aplaudido.

Mi marido y yo hemos dudado mucho si escribirte esta carta, porque hay mucho que construir en esta sociedad coomo para perder tiempo en estas cosas. Pero al final lo hemos hecho por si estas palabras pueden ayudar a otros padres, o a otras personas. Nosotros hemos decidido que queremos buscar la verdad sobre ese Dios que sobrevive a la muerte, y que no permite que nuestra vida acabe en el vacío.

Queremos dirigirnos a alguien del Opus Dei que pueda explicarnos tantos porqués que no entendemos. Quizás allí encontremos la respuesta que tú no has sabido darnos. Aunque para el mundo de hoy parezca imposible, creemos que quizás Dios sí pueda confortarnos.
Teresa y Pablo, padres de María Fernández/Madrid"

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