Los partidos políticos no son un fin en si mismos, ni siquiera el Estado es un fin en si mismo. Son instrumentos para favorecer la libertad y el progreso del ser humano. Y al ser humano concreto, con nombres y apellidos. Su omnipotencia es la esclavitud del individuo. Y pueden ser usados por las castas dirigentes para lucrarse de los bienes públicos. Por eso es necesaria su legitimidad de origen, pero también de ejercicio. Por eso es imprescindible que el poder tenga límites.
Veo como estos días comienzan a florecer las mimosas y otros árboles de flores blancas, veo a los pájaros más activos, al mirlo más escandaloso, a los días más largos, a los brotes de las plantas aparecer.
Espero que lo que pasó ayer en Galicia y País Vasco sea bueno para las personas que allí viven, en cuanto que sea aviso a navegantes, freno a los que pretenden uniformizar a base de excluir, portazo en las narices a los que imponen el respeto a lo propio a través del odio a lo externo. Incluso deslegitimación de los que se sienten con la categoría moral suficiente como para decidir qué es lo propio y qué es lo ajeno. De llamarle a los verdaderos paletos: "¡paletos!" Y a todos los del gremio decirles: "¡ide a traballar!"
Parece que la primavera se va abriendo paso entre las plantas de mis cuatro tiestos.
Habrá que estar vigilantes por si Bakunin tenía razón en aquello que dijo de que el poder corrompe. Habrá que conseguir la limitación de los mandatos en el tiempo y en el ámbito.
Veo las flores de las mimosas y la primavera, igual que las veía de niño en Galicia. Ahora en medio de Madrid.
La sociedad que no respete su cultura y su raíz abriéndose a las cosas buenas del mundo, no le queda más futuro que su degeneración, fruto de la endogamia.
Espero poder ver como llegan a término, al final, las zinnias, los tomates, los pimientos de Padrón, las margaritas. Y que mis hijos las vean. Aquí en Madrid. Y en Galicia.
Y cuando sean adultos, allí donde estén.
El pueblo gallego y el pueblo vasco hablaron, y dijeron que no quieren tanta fuerza para los partidos nacionalistas. Por eso España está hoy de enhorabuena
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