jueves, 22 de enero de 2009

La ética no es cosa de carcas sino cuestión de supervivencia

Hoy he tenido una discusión con alguien sobre la bondad de una u otra ideología. Mientras la mayoría de los políticos hacen el teatro de la discusión ideológica, a veces incluso intercambiándose los papeles esperados, los ingenuos ciudadanos de a pie discutimos entre nosotros y ellos (y algunos golfos más) aprovechan para llevarse nuestro dinero. Es decir, la ideología como excusa o distracción; la clave y objetivo: el dinero.
"Nuestra economía se ha debilitado enormemente, como consecuencia de la codicia y la irresponsabilidad de algunos" ha dicho Obama en su discurso de toma de posesión.
Benedicto XVI en su encíclica “Spe salvi” explica el fracaso y perversión del materialismo y la experiencia histórica del socialismo real: “El error de Marx no consiste sólo en no haber ideado los ordenamientos necesarios para el nuevo mundo (…) Ha olvidado que el hombre es siempre hombre. Ha olvidado al hombre y ha olvidado su libertad. Ha olvidado que la libertad es siempre libertad, incluso para el mal. Creyó que, una vez solucionada la economía, todo quedaría solucionado. Su verdadero error es el materialismo: en efecto, el hombre no es sólo el producto de condiciones económicas y no es posible curarlo sólo desde fuera, creando condiciones económicas favorables.” Nº 21 de la Encíclica “SPE SALVI”.

Se ha dicho: si Dios no existe, todo vale. Al final, el sistema capitalista y socialista se ven determinados por el uso de la libertad humana, y a la falta de ética personal en sus miembros como instancia que explica, en ambos, sus perversiones. La ambición del poder y del dinero. Es decir, si las relaciones sociales no están regidas por la ética, dichas sociedades se ven abocadas a su ruína, a su desaparición. No todo vale, si se pretende que el hombre siga sobre la tierra, aunque no existiera Dios.
Sin embargo, si Dios no existe no se puede pensar en Justicia, o si se quiere salvar al hombre, mejor, en Misericordia. Porque ¿no pretenderéis obtener justicia de nuestros tribunales humanos, verdad?
Se puede discutir la existencia de Dios, pero lo que no es discutible es que cuando el hombre ha intentado convertirse en Dios, se ha producido una catástrofe.

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